sábado, 28 de enero de 2017

CONSEJOS DE PATRONIO

Texto 6. Diario de un refugiado IV




Ya estabamos en la cola, justo cuando ya nos tocaba subir al barco, oímos unos gritos procedentes de la fila de al lado. Mi madre, mi hermana y yo nos acercamos a ella, estaba llorando junto con su hijo de 4 años. Nos dijo que no la dejaban subir al barco con su hijo porque no cabían mas, pero ella no se podía permitir viajar por tierra, ya no le quedaba mas dinero.


Mi madre tras pensarselo varios minutos decidió darle nuestra plaza y que pudiera navegar con su hijo. Estuvo muy agradecída con nosotras y nunca se olvidaría de nuestro gesto.
Mientras tanto, nosotras nos echamos a un lado, fuera de la cola .
Al rato se nos acerco un traficante, este no tenía tan mala pinta pero ya no nos fiabamos de ninguno.
El traficante nos hizo una oferta muy buena y dentro de nuestro presupuesto...Pero mi madre dudaba un poco, el traficante dejo que se tomara un poco de tiempo.


Pasados dos minutos se nos acerco una compañera con la que estuvimos retenidas nos hizimos muy amigas y ella para aclarar nuestras dudas nos conto una historia:




»Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis perjudicaros para conseguir un dinero que después vais a dar a quienes no lo necesitan, podréis hacerlo por vuestro capricho, pero nunca por mi consejo.





Tras contarnos esta historia, mi madre aun un poco dubitativa  acepto la oferta sin mas remedio.
Por fin ya estabamos en el autobús, el viaje iba a ser peligoso, pero mas peligroso sería quedarnos mas tiempo aquí. Tras un recorrido de media hora y grandes turbulencias derrepente el el autobús freno en seco y lo asaltaron unos soldados armados. Nos obligaron a bajrnos y a subirnos a otra furgoneta mucho mas pequeña.
Ibamos a ser envíados a un Centro de Detención pero de forma preventiva.
     Y en ese momento pensé...


                     Si no te piensas bien a quién debes prestar,
                   sólo muy graves daños te podrán aguardar.