jueves, 27 de abril de 2017

BEATUS ILLE

Texto 9. Diario de un refugiado VII


Ya habíamos llegado al control policial y yo no sentía nada. No quería sentir nada, solo rrecordaba la trágica muerte de mi hermana.
No quería hacerme ilusiones por haber llegado allí, porque cada vez que pensaba que iba a salir bien, al final acababa saliendo todo mal.


 Cuando estabamos en la fila, mi madre me agarro de la mano y me dijo que todo iba a salir bien, en ese momento se me pasaron por la cabeza los recuerdos de mi hermana y el día de la barca, el día en el que murió. Se me resbalaron unas cuantas lagrimas, pero me las sequé con la maga, y en ese momento llegó nuestro turno.


A mi madre y ami nos pusieron unas pulseras y nos dijeron que suiguieramos todo el camino hasta llegar al campamento. Estabamos en medio del campo, había hierba verde fresca por la que caminaba y hacia una ligera brisca de aire. Andabamos firmes bajo el sol y mirando el paisaje, yo cada vez me sentía un poco mejor, pero aún así no podía sentirme del todo bien y segura hasta estar a salvo porfin y poder volver a empezar de cero.


Ya estabamos en el campo de refugiados y una chica se nos acerco a mi madre y a mi acompañandonos a una tienda. Nos dijo que teníamos que instalarnos allí hasta que hubiera otra soluccion. Había muchas mas personas, de otros países y culturas diferentes, pasaba aterrorizada entre ellas oyendolas gritar en otros idiomas y ha niños llorar de hambre y cansancio.


Todo lo bien que había sentido hasta ahora, al andar por el campo y ha sentirme bien, de rrepente se volvio todo de negro y volvía a pensar y sentir que nunca podríamos empezar de nuevo mi madre y yo una nueva vida. Volví a no sentir nada.




                                                  Vivo sin vivir en mí
                                               y de tal manera espero,
                                         que muero porque no muero....